"Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte. " 2 Corintios 7:10
Arrepentirse es reconocer que llevábamos una conducta equivocada, errada, mala, desordenada, peligrosa; y de repente nos detenemos a considerar todo esto (Por Mediación del Espíritu Santo de Dios). Comprendiendo y entendiendo que debemos cambiar nuestra forma de ser siguiendo un patrón que realmente edifique nuestras vidas y que nos ayude a ser mejores personas.
Bíblicamente hablando: implica la intervención de Dios en nuestras vidas. Somos embargados al escuchar la Palabra de Dios de una tristeza que quebranta todo nuestro ser, cayendo todos los velos que cegaban nuestro entendimiento acerca del pecado en que vivíamos delante del creador. Esta es la primera intervención del Espíritu Santo en nuestras vidas; es decir, es la Gracia de lo alto derramada sobre nosotros; a esto se la llama contristar, llenar de tristeza nuestro ser y así ser capaces de reconocer la maldad y oscuridad en que vivíamos.
Inmediatamente el mismo Dios nos permite arrepentirnos y pedirle perdón de una forma sincera y real; ya en este momento entendemos en nuestra conciencia que Jehová Dios nos ha perdonado y comienza a operar en nosotros el Don de Fe, que por supuesto también viene de lo alto. Ya en este momento nuestro ser entiende que el perdón, la salvación y la vida eterna que Dios ofrece solo es posible recibiendo a Jesucristo en nuestro corazón, confesando que él es el camino al Padre y comenzando a conocer todas las riquezas de la gloria que el ofrece eternamente a aquellos que creen.
Ahora entendemos que todas esas obras que hacíamos estaban muertas y que inevitablemente nos llevaban a la muerte eterna; por lo cual, las obras que comenzamos a realizar tienen que ser necesariamente obras vivas, obras de justicia, llenas de amor y del conocimiento de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable.
Ya no debemos seguir pecando y produciendo obras muertas obstinadamente porque estaríamos desechando la sangre preciosa de aquel que murió por nuestros pecados; y entrando en el riesgo de caer de nuevo de la presencia de Dios, recibiendo el castigo justo de acuerdo a nuestro extravió.
El arrepentimiento, el perdón, la fe, viene a nosotros divinamente; porque no hay nadie que busque a Dios.
"¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?” Romanos 2:4
"Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte. " 2 Corintios 7:9
"Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; " Efesios 2:8
Ahora después de haber procedido al arrepentimiento debemos comenzar de nuevo a hacer obras de justicia, ¡No como las que hacíamos antes!, debemos realizar ahora obras dignas de arrepentimiento, obras vivas, obras que demuestren realmente que hubo un cambio espiritual y una decisión de no pecar más.
Obras que serán de testimonio a todas las personas que nos conocían, al mundo en general, a Dios sobre manera y también al mundo espiritual que nos rodea y observa continuamente.
"Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; " Colosenses 3:5
"Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. " Colosenses 3:8
¿Cuáles serían las obras dignas?
Simplemente haciendo con nuestros cuerpos, almas, y espíritus lo contrario a todo lo malo que veníamos forjando hasta el momento en que Dios por su infinita misericordia nos llamó a reconciliarnos con él, para una vida nueva y eterna reservada en los cielos junto con él, y el señor Jesús y todas aquellas personas escogidas por él desde antes de la fundación del mundo.
Todavía hay una advertencia de juicio para todos aquellos que presentándole la oportunidad Dios mismo de arrepentimiento y perdón, deciden no aceptarla. Para esto también la Palabra es bien clara:
“5 Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, 6 el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: 7 vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, 8 pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; 9 tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego, 10 pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego;” Rm 2:5-10
Amen...
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